En la alta Edad Media, el esplendor de la antigua Roma es sólo un mítico recuerdo. En los siglos oscuros, sus leyes, sus legiones, sus monumentos y sus emperadores, han entrado en la leyenda.
En la mágica Navidad del año 800, el Papa León III corona emperador a Carlomagno y por un momento parece posible recuperar el pasado. Un emperador poderoso empuñando la espada de Dios, protege a su Vicario en la Tierra.
En 1152 es elegido emperador Federico I, “Barbarroja”. El nuevo emperador mantendrá frente al Papa que su poder también proviene de Dios y que la potestad de las llaves debe limitarse al mundo del espíritu. Toda su vida luchará por dos ideas: La suprema autoridad del Imperio en los asuntos terrenos –que en la época se denomina “honor imperii”− y conseguir que éste sea hereditario. Su gran rival será la familia de los Welfos. A partir de entonces las ciudades del norte de Italia se dividirán en guelfas, partidarias del Papa y de los Welfos, y gibelinas, favorables al imperio y a los Weiblingen. En 1194 nace Federico II. Hijo del emperador Enrique VI y nieto de “Barbarroja”, será el último gran emperador medieval y su colosal enfrentamiento con cuatro papas marcará la historia de su tiempo.
DATOS DEL LIBRO
- Formato: 17,5 x 24,5 cm.
- Nº de páginas: 392
- Encuadernación: Tapa dura
- ISBN: 978-84-935673-4-7
- PVP: 20 €